Durante años, caminé con un corazón roto, cargando culpas, heridas y mentiras sobre quién era. Creí que mi valor se había perdido y que mis errores me habían alejado para siempre del propósito de Dios. Pero la gracia de Jesús me alcanzó, me restauró y me recordó que Él no me había desechado, sino que seguía escribiendo mi historia.

En el proceso de sanar, Dios me mostró algo muy claro: no soy la única mujer que lucha con su identidad, sus emociones o su pasado. Y también me mostró que, así como Él me levantó, quería usar mi vida para levantar a otras.

Florece comenzó de forma muy sencilla, pero profundamente significativa. Un día, junto con 10 mujeres, decidimos estudiar juntas un curso sobre el perdón. Ninguna de nosotras imaginó todo lo que Dios iba a hacer en ese pequeño grupo. Cada encuentro fue un espacio de sanidad, verdad, lágrimas, risas, oración y transformación. Fue ahí, en medio de historias compartidas y corazones abiertos, que el sueño de Florece tomó forma.

Así nació Florece, no como un proyecto, sino como una respuesta a un llamado de amor. Un espacio seguro, real y lleno de verdad, donde mujeres de todas las edades puedan sanar, redescubrir su identidad y vivir con propósito.

Florece es una comunidad de amigas que creen que, con Dios, siempre hay más. Que no importa cuán difícil haya sido tu historia, aún puedes florecer. Aquí hablamos de lo profundo, de lo que muchas veces se calla. Nos acompañamos, aprendemos juntas, celebramos los procesos y dejamos que la Palabra de Dios nos transforme desde adentro hacia afuera.

Cada curso, retiro o encuentro de Florece ha sido creado con oración, cuidado y propósito. No para imponer reglas, sino para guiarte a la verdad que libera. Nuestra misión es que cada mujer que pase por aquí sepa que no está sola, que Dios sigue teniendo un plan hermoso para su vida y que aún en medio de las cenizas, puede volver a florecer.